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Canibalismo y sacrificios en América
Los incas y el canibalismo
si ….existía el canibalismo entre los incas y los pueblos andinos.
Vamos a mostrar una serie de relatos que muestran los usos y costumbres de los incas y de los pueblos Andinos..
Son estremecedores…Y algunos os pondrán los pelos de punta ..
Al final de los años 1520, en el imperio inca estalló una guerra civil entre los medios hermanos Guascar y Atahualpa, hijos del soberano Guayna Capac. Atahualpa en este momento gobernaba las provincias norteñas del imperio incaico, hoy en día Ecuador.
Cuando los cañares, una de las etnias importantes de la región, se aliaron a la causa de Huascar, Atahualpa prometió vengarse de ellos por ésta falta de lealtad (Betanzos 2004: libro 2, cap. 4: 253).
Después de sus primeras victorias, Atahualpa mandó tomar presos a muchos de los cañares y los hizo traer a la población donde se los detuvo en ese mismo momento (Carangue en el norte de Quito).
Allí tres de los jefes cañares fueron matados. Después, los incas sacaron sus corazones y forzaron a los otros cañares presentes a comer pedazos crudos de éstos.
Pero así no terminó la venganza de Atahualpa:
Y, esto hecho, mandó Atahualpa que luego viniesen allí cierto número de indios quillaycingas, para que en presencia de los indios cañares comiesen los cuerpos y carnes de los
tres señores ya muertos … Hicieron un gran fuego y, luego, tomaron los cuerpos muertos y
hiciéronlos pedazos y pusiéronlos en sus asadores y trujeron allí un tinajón pequeño, lleno
de ají (Gindillas entre 30,000 y 50,000 en la escala Scoville.) y sal y agua, y con unas escobas de paja, como la carne se iba asando, le daban con
aquellas escobas, mojándolas en aquel ají y sal, ya dicho.
Y siendo ya toda la carne ya asada,
fuéles allí traído mucho maíz tostado y cocido, con el cual, siendo asentados en el suelo
estos quillaycingas todos juntos en rueda, en presencia de los cañares todos, comieron a sus tres señores.
Martín de Murúa reproduce una versión en su historia de los incas, según la cual Antonico –o Antonillo, como le llama Murúa–
fue enviado por Hernando Pizarro para acompañar al soberano incaico.
Sea como fuera, se relata que meses atrás Antonico huyó del campo inca en compañía de unos prisioneros españoles. Capturados de nuevo, los prisioneros fueron entregados a
“unos indios Moyo Moyos Andes, para que despedaçados los comiesen”.
Según Titu Cussi Yupangui, este castigo fue la consecuencia de la ingratitud de Antonico y de los españoles que no habían apreciado el buen trato que ellos recibieron…
«No apreciar el buen trato era causa de acabar en la barriga de alguien.».
Como en el caso de los cañares, sus actos fueron vistos como traición, algo que merecía un castigo especialmente severo.
El tercer caso, en que los incas usaron o amenazaron con actos de canibalismo,
también provino del período posterior a la conquista española, en las décadas cuando todavía existía en Vilcabamba un pequeño estado incaico independiente.
Durante los años 1560, un embajador español, Diego Rodríguez de Figueroa, visitó al soberano
inca Titu Cussi Yupangui en Vilcabamba. Dejó una relación de sus experiencias enque narra primeramente que indios viviendo cerca de la frontera con Vilcabamba le habían prevenido no penetrar al territorio de los incas
“porque me matarían e me darían á comer á los indios Andes”.
A pesar de esos avisos, la recepción de Rodríguez de Figueroa entre los incas de Vilcabamba fue amable.
Durante las negociaciones, Rodríguez de Figueroa indujo a Titu Cussi Yupangui a admitir un hecho no favorable
para la posición del inca, es decir, la problemática legitimidad de su propia sucesión. Obviamente, Titu Cussi Yupangui consideró el comportamiento de su huésped como
traición.
Al día siguiente, Titu Cussi Yupangui llamó a Rodríguez de Figueroa y le
presentó a unos guerreros Andes, quienes amenazaron que ellos podrían comer al
embajador español. “[V]inieron todos aquellos Andes á ofrecerse al ynga, e que si quería, que luego me comería[n] allí crudo”, escribe Rodríguez de Figueroa y concluye su
relato: “E yo á todo esto me reía, e por otra parte me encomendaua á dios”.
Fuentes y Referencias:
Murúa (1987: libro 1, cap. 66: 233).
Según Murúa, Antonico/Antonillo había sido “un indio
Huancavilca”, de la costa sur del Ecuador actual.
Titu Cussi Yupangui (1992: 49). Según Presta (1995: 70-75), los “moyos” o “moyo moyos” habitaban
la región alrededor de la ciudad de Tarija en Bolivia.
Rodríguez de Figueroa (1910: 91).
Canibalismo en los Andes
La designación “Andes” en el siglo XVI refiere a una región al norte, este y sureste del Cuzco, en las faldas orientales de la cordillera hoy llamada andina, y a sus habitantes.
Rodríguez de Figueroa (1910: 111). Véase también Ziólkowski (1996: 241).
Sobre las relaciones diplomáticas-políticas entre el gobierno español y los incas de Vilcabamba, véase Nowack (2006:57-91).
Para los incas, ser comido era un destino reservado a sus enemigos más obstinados, grupos o personas considerados como traidores e ingratos.
Preguntados si había canibalismo entre los incas, los principales del valle de Yucay en el año 1571 respondieron que no había tales practicas entre ellos, pero:
Que los indios de los Andes comían carne humana y asimesmo oyeron decir que los chiriguanaes y chunchos, y cuando había alguno culpado, los Ingas los echaban a los indios
que dicho tienen para que los comiesen.
Guaman Poma también nota esta forma de castigo:
A los desnudos [los Andes] …, seruiendo sólo para que lo comiese a los yndios rreueldes.
Y ací comió esta gente a muchos prencipales.
La relación entre el castigo antropófago con traiciones o alzamientos se encuentra
también en un episodio que ocurrió dos generaciones antes de la invasión europea,
durante el gobierno de Tupa Inca Yupangui, abuelo de Atagualpa, Guascar y Manco
Inca.
Una vez más, es Betanzos quien conserva una descripción de los sucesos.
La región de los Andes fue conquistada por primera vez por Pachacutec, padre de Tupa
Inca Yupangui.
Años después, los habitantes de la región se aprovecharon de la muerte
de Pachacutec para rebelarse contra el dominio de los incas, forzando de esta manera a
Tupa Inca Yupangui, ayudado por dos de sus hermanos, a someterlos de nuevo.
Como lo relata Betanzos, antes de la primera conquista, los incas se habían informado sobre las costumbres y el modo de vivir de la población de los Andes.
De estos informes, los incas sabían que los habitantes tenían la costumbre de comer carne
humana, pero solamente durante la represión de la rebelión posterior, la antropofagia
jugó un rol central (Betanzos 2004: libro 1, cap. 28: 172).
En esta campaña, un hermano de Tupa Inca Yupangui, Ynga Achache, mató un jaguar y comió un pedazo crudo
de la carne del animal. En la batalla siguiente contra los habitantes de los Andes, tomó
un pedazo de la carne felina en la boca, aparentemente en un intento de fortalecerse
simbólicamente con el poder del animal muerto.
Anunciando además que intentaría comer la carne de los señores de los Andes y así lo ejecutó con su primer prisionero,
“le hizo pedazos, de cuya carne luego allí en así comenzó a comer”
(Betanzos 2004: libro 1, cap. 33: 190, 191).
13 Información (1940: 140, 158). “Chuncho” correspondía a los habitantes al oeste del lago Titicaca
(Saignes 1985: 34).
Chiriguanos “[f]ue usado para designar a cualquier grupo de origen tupi-guaraní
o procedente del área brasileña o paraguaya” (Saignes 1985: 55).
14 Guaman Poma de Aiala, Phelipe (1987, I: 168 [170]).
También sobre los modos de castigar: “Castigo
de los señores grandes y prencipales deste rreyno, como dicho es, y de los auquiconas yngas rreueldes…
El castigo fue la cárzel de sancay y se les parese enformación, les dan bibo para que coma los yndios
Chunchos y se [e]xe[c]uta ésta” (312 [314]). Sobre la cárcel véase Nowack (2007).
Betanzos, por ejemplo, menciona que los habitantes del Antisuyo
comían la carne de sus enemigos y tomaban a las mujeres capturadas en la guerra para
tener hijos con ellas y después comer a las madres.
Sin embargo, hay indicios de un pensamiento propiamente andino sobre el canibalismo. Como parece, para los incas y otros pobladores de la sierra, la costumbre de
la antropofagia, en cualquier forma, también señalaba un estado de cultura menos
civilizado.
Por ejemplo, miembros de la elite inca contaron a Cieza de Leon, que en
tiempos antiguos, antes de las conquistas de los incas y su trabajo civilizador, los pueblos serranos habían vivido miserablemente:
Por las relaciones que los indios del Cuzco nos dan se entiende que había antiguamente gran
desorden en todas las provincias deste reino que nosotros llamamos Perú, … porque dicen
que eran muy bestiales y que muchos comían carne humana, y otros tomaban a sus hijas y
madres por mujeres (Cieza 1984: cap. 38: 181).
Como en otras culturas, los incas asociaban los caníbales con tiempos primordiales o
míticos.
«Historias ancestrales sobre el origen del canibalismo»:
Tales conceptos probablemente eran compartidos por otras etnias serranas.
Un ejemplo bien conocido es una divinidad mencionada en el manuscrito de Huarochirí (la colección de mitos y descripciones rituales de la provincia de Huarochirí al
este de Lima).
Este dios se llama Huallallo Caruincho:
Era un dios creador viviendo entre la gente de los Andes correspondía a la tercera clase de bárbaros de José de Acosta quienes faltaban un gobierno, poblaciones fijas, casas verdaderas y que eran beliciosos y caníbales (Acosta 1984: 67,
69; 1987: libro 6, cap. 19: 418, 419).
Sobre la actitud española ante de estas culturas, véase también Pagden (1982: 158-171).
18 Betanzos (2004: libro 1, cap. 28: 172). Véase también Menninger (1995: 139, 252, 253, 259).
La historia Mítica dice que:
Hubo un tiempo primordial, que demandaba un sacrificio de los seres humanos que había
creado: todos los seres humanos procreaban dos hijos, y uno de ellos debía ser ofrecido
a Huallallo Carhuincho para ser comido.
Después, en el mito otro ser sobrenatural
apareció y venció a Huallallo Carhuincho. Huallallo Carhuincho se retiró a la región
de los Andes, lo cual indica nuevamente la estrecha asociación entre el canibalismo y
la selva.
La aparición de prácticas casi antropófagas también se puede reconocer en una
versión del mito de origen incaico conservada por Betanzos y Pedro Sarmiento de
Gamboa.
Una de las fundadoras míticas de la dinastía inca, Mama Guaco, echó a una pequeña etnia, los gualla, de la región del Cuzco matando primeramente a un miembro de esta etnia.
Después usó sus entrañas para un sacrificio, o según la versión de
Sarmiento, las puso en su boca antes de atacar de nuevo a los gualla, los cuales huyeron espantados (Betanzos 2004: libro 1, cap. 4: 60; Sarmiento de Gamboa 1906, cap. 13: 39, 40).
Para los habitantes de la sierra, en tiempos primordiales habían vivido seres que eran capaces de tratar a humanos como animales.
Por eso, cuando Atagualpa recibió las primeras noticias sobre la llegada de los españoles en la costa norte del Perú de hoy, se preguntó si estos forasteros eran hombres o seres sobrenaturales.
Un criterio fueron las costumbres culinarias:
[A sus espias] preguntóles el Ynga:
“Esa carne cómenla cruda o guisada?”.
Los indios le dijeron que la cocían en sus ollas y que la comían muy cocida y que parte della asaban y que ansimismo, bien asada, la comían.
Preguntóles el Ynga si comían carne humana; dijeron que
no les habían visto sino comer ovejas y corderos y patos y palomas y venados (Betanzos
2004: libro 2, cap. 17: 292, 293).
Aunque de manera ambigua, los españoles cayeron en la categoría de seres humanos.
Las preguntas planteadas por Atagualpa confirman la asociación entre el canibalismo
y el mundo sobrenatural, primordial o mítico en el pensamiento de las poblaciones
serranas.
«Canibalismo funerario en las tierras bajas:»
Existía una segunda fuente de las convicciones antropófagas entre la población
serrana, es decir, las costumbres funerarias de los pueblos selváticos.
Guaman Poma
cuenta sobre las costumbres de enterramiento entre los habitantes del Antisuyo:
19 Avila (1987: cap. 1: 45-49; cap. 6: 121; cap. 8: 145-149; cap. 9: 161; cap. 16: 259-265).
Véase también
la versión del mito de Diego Davila Brizeño en su descripción de la provincia de Huarochirí (Davila
Brizeño 1965)
Y ací apenas dexa el defunto que luego comiensan a comello que no le dexa carne, cino
todo güeso. … le desnudan y le lauan y comiensa a hazer carnesería e[n] ellos. Toman el
güeso y lo lleuan los yndios y no llora las mugeres ni los hombres y lo mete en un árbol
que llama uitica [?], adonde los gusanos lo tenía hecho agugero.
Allí lo meten y lo tapean
muy bien y dallí nunca más lo uen en toda su uida ni se acuerda de ello ni saue ninguna
serimonia como los yndios de la cierra (Guaman Poma 1987: f. 292 [294]).
Betanzos confirma las noticias de Guaman Poma sobre las prácticas funerarias entre
los habitantes de las tierras bajas:
[N]o tenían sepulturas que, cuando ansí alguno se moría de ellos, que se juntaban todos
sus parientes y que no le lloraban sino que mostraban estar ansí tristes todos juntos, y que hacían cierta manera de su sentimiento sin echar lágrima, y esto hecho, que hacían piezas
del tal muerto y le repartían entre sí mismos y se lo comían, y que los huesos destos, después de los haber muy bien roídos, que los juntaban todos juntos y que los colgaban en lo
alto de la pared de la casa donde había vivido (Betanzos 2004: libro 1, cap. 28: 172, 173).
Joan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamaygua relata sobre los conquistas del
soberano Pachacutec: “y para por çima de Cassamarca en donde halló una provincia que comía sus difuntos” (Pachacuti Yamqui Salcamaygua 1993: f. 20v: 222).
Para los pueblos serranos, una especie de endocanibalismo era inimaginable, porque entre
ellos se veneraba a los antepasados y sus cuerpos conservados eran objetos sagrados
(Salomon 1995: 315-353).
Gonçalez Holguín ofrece en su vocabulario la siguiente definición que indica el horror que tales actos producían:
Mirccuni. Comer a su padre o madre, que por ser peccado estupendo le dieron vocablo
proprio, y en el cielo fingieron vna estrella contraria a este peccado y que influye contra los
que lo hazen, que llaman, Maman mirccuc cuyllur, que dize, Estrella de los que comen a
su padre o madre (Gonçález Holguín 1993: libro 1: 242).
Gonçalez Holguín no da ninguna información sobre el origen geográfico de esta noticia.
En otros casos, cuando se encuentran referencias a tales prácticas, se asocian
firmemente con las tierras bajas, el Antisuyo. Durante sus negociaciones con el gobierno colonial español, el soberano inca de Vilcabamba, Titu Cussi Yupangui, escribió
una carta al prior de un monasterio cuzqueño. Hizo relación sobre una visita de una
delegación de los “pellcosuni”, una etnia al oriente de Vilcabamba, que, como afirmó
Titu Cussi Yupangui, quisiera convertirse a la fe cristiana.
Esta carta contiene un detalle más sobre el canibalismo de esas etnias:
Los pellcosuni o pilcozuni probablemente eran una de las etnias resumidas bajo la designación
“Andes” (Matienzo 1967: parte 2, cap. 18: 294). John Hemming los localiza al noroeste de Vilcabamba
(Hemming 1993: map 5).
[N]o hacen Ídolos, Guacas, ni otras niñerías… solo una tacha tienen, y es, que comen carne
humana, y en muriéndose un aule [¿?], hacen chicha para comer la carne del muerto, y los
huesos los queman, y mui molidos, los beben en la chicha.
Esta forma de canibalismo, el consumo de huesos molidos en un brebaje alcohólico,
es la única forma cuya existencia esta confirmada por un estudio de Erwin Frank(Antropologo aleman) sobre
las tierras bajas del Perú.
Es posible que hubiera y haya otras formas de canibalismo entre otras etnias, pero en general tales prácticas eran y son raras.
Probablemente
los incas sabían que las poblaciones del Antisuyo no se alimentaban habitualmente de carne humana, como los seres sobrenaturales o míticos.
Pero también se dieron cuenta que esta costumbre podría servir a los fines de su estado, para intimidar a sus enemigos.
Los soberanos incas reclutaron miembros de grupos como los quillascingas y andes, y ejecutaron con ellos un castigo aterrador a sus enemigos.
Según el arqueólogo Peruano Francisco Vallejo, fue una costumbre no exclusiva de los incas en el mundo andino, pero sin duda fueron ellos quienes la llevaron a su mayor uso.
Nada se desperdiciaba en los prisioneros ya que hacían viandas de su carne, bebidas de su sangre, de los huesos flautas para animar los festines, con los dientes amuletos para los combates, con los cráneos vasos para las libaciones, con los cabellos cascos y hondas, y con la piel tambores para amedrentar a los enemigos….
En el libro El Inca de Alberto Vázquez Figueroa, explica perfectamente como llevaban a cabo el desollado del infortunado y si el matarife era bastante hábil con el cuchillo (de piedra afilada), el ajusticiado tenía que escuchar el timbal hecho con su propia piel antes de morir.
Conclusión:
El canibalismo era una práctica sobre cuya realidad
permite hoy diferenciar entre el pensamiento español e incaico.
Entre los incas el canibalismo también jugó roles políticos. Miembros de los pueblos supuestamente
caníbales fueron utilizados para poner en escena un teatro de intimidación contra los
enemigos de los incas, contra personas y grupos a quien según el punto de vista incaico
les faltaba la lealtad debida.
Como apunta Mariusz Ziólkowski, ser comido era un castigo horrible en sociedades cuyas prácticas religiosas giraban en torno a la veneración de las momias de los antepasados (Ziólkowski 1996: 243).
Además, como el canibalismo
era asociado a tiempos míticos y al mundo sobrenatural, cuando los incas ejecutaron
este castigo, se elevaron en la posición de seres casi sobrenaturales.
21 “Carta de don Diego de Castro Titu Cusi Yupanqui, Pampacona 24 de noviembre de 1568”, en
Urteaga (1916: 121, 122).
22 Frank (1987: 15, 31, 76-79, 117, 128, 178-182) (ejemplos de los siglos XVI hasta XX).
Beth A Conklin (2001: 3-15) describe una pequeña etnia en Brasil, cerca de la frontera extremo noreste de
Bolivia, que ha practicado hace unas décadas el endocanibalismo y también el exocanibalismo. La
autora arguye que puede comprobar la existencia de practicas caníbales.
Y esto señores ….Es Historia…
Autor:
Mon Luca Aidan Badir.
Más Fuentes y Referencias:
Francisco Vallejo:
Arqueólogo Peruano de la Universidad Nacional Federico Villarreal del Perú.
Beth A Conklin:
Universidad Vanderbilt
Universidad privada en Nashville, Tennessee
Es una antropóloga cultural y médica especializada en la etnografía de los pueblos indígenas de las tierras bajas de América …
Kerstin Nowack:
Estudió estudios americanos antiguos, prehistoria e historia antigua y etnología en la Universidad de Bonn. 1988 MA con una tesis sobre la etnohistoria de los Incas.
Doctorado en 1994 con un tema sobre la historia científica de la investigación Inca. Desde entonces, ha trabajado como editora en línea en una institución federal y como profesora en el Departamento de Estudios Americanos Antiguos de la Universidad de Bonn.
Erwin Heinrich Frank:
Antropólogo alemán que realizó sus trabajos en Ecuador,Perú y Brasil
Fue profesor de la Universidad Federal de Pará y en la Universidad Federal de Roraima..
Mariusz Ziółkowski:
Es un arqueólogo, profesor de la Universidad de Varsovia y de la Universidad Católica de Santa María, en Arequipa, Perú. Es el director del Centro de Estudios Andinos de la Universidad de Varsovia en el Cusco.
Diego José Davila Briceño:
Jefe de registros TIC Corporación Universitaria del Meta-UNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETAUNIMETA. Institución de Educación Superior Vigilada Ministerio de Educación Nacional. Fundada en 1985 de Villavicencio( Colombia).
Titu Cusí Yupanqui:
Monarca inca (1563-1570). Hijo natural de Manco Inca, emperador inca del Perú (1533-1544).
Pedro Sarmiento de Gamboa:
Era un marino, cosmógrafo, matemático, escritor, soldado, historiador, filólogo, astrónomo, científico, humanista, explorador y conquistador español del siglo XVI.
Juan Díez de Betanzos y Araos:
Fue un explorador y cronista español (Betanzos, 1510 – Cuzco, 1 de marzo 1576). Acompañó a Francisco Pizarro y a Diego de Almagro en la conquista del Perú.
Uno de los pocos conquistadores españoles que logró aprender el quechua general, lengua oficial del Imperio inca, lo que le sirvió para ser el intérprete y mano derecha de Pizarro. Gracias a ello, y a su matrimonio con la que fuera prometida de Atahualpa logró granjearse la amistad de gran parte de la nobleza incaica.
Felipe Guamán Poma de Ayala:
Fue un cronista amerindio de ascendencia incaica de la época del virreinato del Perú.
Guamán Poma se dedicó a recorrer durante varios años todo el virreinato y a escribir su Primer nueva corónica y buen gobierno, uno de los libros más originales de la historiografía mundial.
Juan de Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua:
(Virreinato del Perú, fines del siglo XVI – siglo XVII) fue un cronista indígena peruano, autor de la obra Relación de las antigüedades deste Reyno del Perú, de breve extensión pero de gran valor por la información de tipo etnohistórico que proporciona.
Pedro Cieza de León:
Fue un conquistador y explorador español, destacado por su labor como cronista e historiador del mundo andino.
Escribió una Crónica del Perú en cuatro partes, de las que solo la primera se publicó en vida de su autor, quedando inéditas las otras tres hasta los siglos XIX y XX.
Martín de Murúa o Martín de Morúa:
(Guipúzcoa, 1525 o 1540-Madrid, 1617 o 1618) fue un fraile mercedario español, que pasó al Virreinato del Perú como doctrinero, y autor de una Historia general del Perú, crónica ilustrada que abarca la historia de los incas y de la conquista española.
Rodríguez de Figueroa, Diego:
p. m. s. XVI – s. m. s. XVI. Funcionario real.
Arribó a Perú probablemente en 1545 con el séquito del virrey La Gasca. Desempeñó diversos cargos oficiales hasta que en 1565 se convirtió, junto a Juan Matienzo, García Melo y Martín Pando, en uno de los principales emisarios del virrey Lope García de Castro para negociar la paz con el Inca rebelde Titu Cusi.
Publicado Juanjo Cortes
Sacrificios humanos
Sacrificios entre los mexica
Hoy en día se da por hecho que los mexica practicaban lo que ha sido denominado como “sacrificios humanos”. ¿Pero cuál es el alcance exacto de este término? Hoy te voy a contar cuál era la interpretación que los mexica le daban a estas muertes rituales y cuál era el contexto y la historia detrás de los sacrificios humanos de los mexicas.
La guerra y los dioses
Para los mexica, la guerra tenía un carácter sagrado, es decir, la muerte en la guerra no tenía el carácter funesto que otras culturas alrededor del mundo le conferían. De hecho, consideraban como el honor más alto morir en el campo de batalla:
“¡No te amedrentes, corazón mío!
Allá en el campo de batalla
ansío morir a filo de obsidiana.
Oh, los que estáis en la lucha:
yo ansío morir a filo de obsidiana.
Solo quieren nuestros corazones la muerte gloriosa”.
“Cantares mexicanos”, Bernardino de Sahagún.
Incluso la guerra poseía un carácter ritual, por lo que no siempre tenía como objetivo una conquista o el sometimiento de un altepetl (reino). Un ejemplo de ello son las xochiyaoyotl, o “guerras floridas’, que eran guerras programadas por la Yexcan Tlahtoloyan contra Tlaxcala y Huexotzinco, a las que se enviaban a los jóvenes a adquirir experiencia en las armas y a capturar enemigos.
La importancia de la habilidad de los soldados en las xochiyaoyotl no radicaba en asesinar a sus contrincantes, sino en capturarlos.
En nuestra cosmovisión hoy en día, la guerra es un enfrentamiento en el que los soldados deben asesinar a otros soldados en el campo de batalla. Esto, en la cosmovisión mexica, era algo deshonroso, pues representaba una salida fácil a una victoria en la que debían mostrarse las capacidades militares.
Una vez finalizada la batalla, a los cautivos se les conducía a Tenochtitlan, donde se les quitaba la vida a través de un ritual especial. La justificación de estas muertes era precisamente la guerra, es decir, la misma razón por la que morían los soldados de todas las culturas antiguas y por la que mueren miles de soldados en nuestros días.
¿Cual es la diferencia entre la muerte en el campo de batalla, en un altar enemigo y un homicidio?
En algunas culturas, incluida la nuestra, el asesinato se castiga con sanciones de diversa índole. Este tipo de asesinatos prohibidos es lo que la arqueología llama “asesinato socialmente sancionado”. Por otro lado, se encuentran los asesinatos socialmente permitidos, como son la pena capital y la eutanasia, los cuales no implican un culpable.
En la sociedad mexica, por ejemplo, casi todas las violaciones a la moral y las buenas costumbres se castigaban con la muerte. Como muestra de ello, las leyes que se implementaron en la Yexcan Tlahtoloyan, autoría de Nezahualcóyotl:
“Que si alguna persona forzase a algún muchacho y lo vendiese por esclavo, fuese ahorcado”.
“Que si alguna persona, aunque fuese principal, tomase de su autoridad alguna tierra, como fuese grande y el dueño fuese a quejar, averiguándose ser así, lo ahorcasen por ello”.
“Que si se averiguase que alguno de los sacerdotes se emborrachase, muriese por ello”
“Los jueces a quienes se averiguase haber admitido cohechos muriesen degollados…”.
“Al hijo que levantase la mano contra su padre o madre, y de algún modo les injuriase, pena de muerte y ex-heredado, para que sus hijos, si los tuviese, no pudiesen suceder en los bienes de los abuelos”.
“Leyes de Nezahualcóyotl”.
Pero la excusa más común para asesinar gente sin recibir una sanción es la guerra, tanto en nuestros tiempos como en los de los mexica. Ellos justificaron estas muertes rituales precisamente en el contexto de la guerra y no como un simple “sacrificio humano”.
Incluso, la idea que nosotros manejamos respecto la práctica de sacrificios humanos de los mexicas era un concepto desconocido por ellos mismos, y el término llegó a nosotros por interpretación de los frailes.
En lo referente a estos asesinatos, absolutamente todas las sociedades justifican la guerra involucrando a algún dios o a alguna virtud legada por este a la humanidad. Los españoles, sin ir más lejos, dijeron que la guerra contra los mexica era para instaurar la fe en su dios, y los mexica a su vez justificaban sus guerras en honor a Huitzilopochtli.
¿Por qué la historia ha retratado a los mexica como sanguinarios?
Una pregunta que tiene su motivación en la justificación que necesitaban los españoles para invadir las tierras del actual territorio mexicano sin recibir sanción alguna. Es decir, para que las muertes ocasionadas por ellos fueran consideradas “asesinatos socialmente permitidos”, algo así como un daño colateral necesario.
Si comparamos el número de muertes ocasionadas por los europeos en su historia medieval, este es definitivamente mayor al número de muertes ocasionadas por los mexica en sus sacrificios.
¿Entonces por qué vemos a los mexica como sanguinarios?
El juicio parece provenir del hecho de que los mexica no asesinaban a sus enemigos en el campo de batalla, sino que retardaban su ejecución, que además no ocurría en manos de los soldados, sino de sacerdotes en el Huey-Teocalli (Templo Mayor). Esto, insisto, a pesar de que el número de muertos debió ser muy escaso en comparación con las muertes que sucedieron en los campos de batalla en una guerra europea.
Fray Diego Durán, por ejemplo, relata que en la consagración al Huey Teocalli fueron sacrificados más 80 mil hombres:
“…y que murieron en el, como dejo dicho, ochenta mil y cuatrocientos hombres de diversas provincias y ciudades, lo cual se me hizo increíble…”.
“Historia de la Indias de Nueva España e Islas de tierra firme”.
Esta relación nos muestra una clara exageración, pues la muerte de 80,400 hombres en un día implicaría que cada hora fueron muertos 3,350, es decir 56 hombres por minuto…
Aunque lo anterior fuera cierto, aún el número de muertes es mucho menor a las muertes ocasionadas, por ejemplo, en las guerras de las cruzadas, en las que el saldo total se ha estimado en más de 20 millones de víctimas del año 1095 al año 1492.
Otro ejemplo de un verdadero número elevado de derramamiento de sangre es el saldo total de la batalla de Stalingrado entre la Unión Soviética y la Alemania Nazi, del 2 de junio de 1942 a febrero de 1943, que provocó la muerte de entre 3 y 4 millones de personas.
Sin embargo, estas guerras no figuran en las consideraciones de aquellos que buscan desprestigiar la cosmovisión mexica, aludiendo que los supuestos sacrificios son un acto de salvajismo, pues los mexica no asesinaban por recursos en guerras como las xochiyaoyotl.
¿Y por qué peleaban entonces los soldados mexica, si no era por recursos?
Como en toda sociedad, la realización correcta de un trabajo hace merecedor a cualquiera de un ascenso o de algunas recompensas por ello. Esto era así también con los soldados mexica, a quienes sus victorias les traían riquezas y un mejor posicionamiento social.
Un ejemplo de ello es la importancia que Ahuizotl le otorgó al ejército durante su mandato, cuando ordenó construir el recinto de las águilas a un costado del Huey-Teocalli y también el Cuauhcalli o casa de las águilas en Malinalco. Esto demuestra que el plan del tlatoani era crear dirigentes militares profesionales para su imperio, lo que implica que los soldados tenían mejores beneficios al participar activamente en las batallas y seguir las órdenes.
De esta forma, considerando la cantidad de víctimas de las muertes rituales que narran los españoles y que la arqueología ha podido demostrar en sus descubrimientos, los mexica resultan ser relativamente más pacíficos comparados con otras sociedades alrededor del mundo.
Por otra parte, la motivación que tenían los soldados para capturar a sus enemigos provenía de las órdenes de los sacerdotes en Tenochtitlan, que a su vez fundamentaban la existencia de su sociedad en los mitos que rodeaban a la creación de la humanidad. En específico, se referían al mito de los soles según el cual -relata el Códice Borgia-, el sol que fue creado para nuestra existencia requería de sangre para su movimiento cotidiano por la bóveda celeste, por lo que los dioses creadores se arrojaron a la hoguera divina en ofrenda a este nuevo sol. De ahí en adelante, la humanidad debía así mismo ofrendarle sangre continuamente.
Las evidencias
Además de las representaciones en códices y monumentos, se han localizado evidencias en lo que una vez fue el Huey-Teocalli de Tenochtitlan, dedicado a Huitzilopochtli y a Tláloc: el téchcatl, o piedra de los sacrificios, fue encontrado en las cercanías al templo, así como algunos cuchillos de pedernal y varias ofrendas en las que había individuos sacrificados.
También se encontraron 45 cráneos con las vértebras cervicales. Este último hallazgo indica que las víctimas fueron decapitadas, así mismo algunos de esos cráneos contaban con orificios en los temporales, señal de que habían formado parte en alguna ocasión del tzompantli.
¿Por qué la necesidad de ofrendar al enemigo, en lugar de asesinarlo en el campo de batalla?
Las ofrendas rituales de enemigos impregna el pensamiento mexica desde sus leyendas fundadoras. Durante la creación del mundo, por ejemplo, cuando Quetzalcóatl y Tezcatlipoca se enfrentaron a Cipactli, Tezcatlipoca sacrificó su pie para atraer al monstruo, que a su vez quería devorar a los dioses para satisfacerse. Esto indica que después de la batalla en sí, ganara quien ganara, alguien debía ser sacrificado.
De igual forma, como lo mencioné líneas arriba, el nacimiento del sol y de la luna demuestra la necesidad de un sacrificio, pues Nanahuatzin y Tecuciztécatl se autoinmolan en la hoguera divina para resurgir como astros después de una dolorosa transformación. Luego, el sol se rehúsa a transitar por el cielo a menos que los demás dioses se quiten la vida.
Un texto del cronista Cristóbal del Castillo relata que el dios Tetzauhteotl pactó con el líder mexica Huitztli (que después fue divinizado y convertido en Huitzilopochtli), pacto que los conduciría a la riqueza bajo una serie de condiciones que explican la conducta bélica de los mexica:
“…aquello que recibiréis en vuestro interior será la calidad de las águilas, la calidad de los ocelotes, el agua divina y la hoguera, la flecha y la rodela. De eso iréis viviendo (de eso obtendréis) lo necesario, pues iréis provocando mucho espanto el pago de vuestros pechos y de vuestros corazones será que iréis conquistando, iréis atacando y arrasando a todos los macehuales, los pobladores que ya están allá, en todos los lugares por los que pasaréis.
Y a vuestros prisioneros de guerra, a los que haréis cautivos, les abriréis el pecho sobre la piedra de sacrificio, con el pedernal de un cuchillo de obsidiana. Y haréis ofrenda de sus corazones hacia el -(ollin tonatiuh) (sol de) movimiento cuando se prenda, se muestre su resplandor en el cielo al salir por el sur. Entonces lo iréis a encontrar y hacia él elevaréis la ofrenda (de sus corazones), y la de la sangre. Y cuando así lo hayáis hecho, enseguida [lo haréis) para mí, y después para Tláloc y para todos los dioses mis amigos, que ya conocéis”.
“Historia de la venida de los mexicanos y otros pueblos”.
Para los mexica, este acto de sacrificio representa en sí un intercambio de favores, pues por una parte los humanos aportan la sangre que los dioses requieren y ellos, a cambio, le dan a los mexica un sol y un mundo fértil en el cual vivir; además de la potestad para conquistar y poseer riquezas, por lo que este ciclo es interminable en la cosmovisión mexica.
Así que, como puedes apreciar, este asunto de los sacrificios humanos de los mexicas es más complejo que una muerte en un altar enemigo. Se trata de una forma de guerra y una forma de agradecimiento a los dioses, y no es menos ni más sanguinaria que las utilizadas en otras guerras alrededor del mundo, tanto en el pasado como en el presente.
Autor Xiu
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