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No a todos se les permitía ir a América
Desde el descubrimiento de América, la Corona tuvo clara una máxima: “gobernar es poblar”.Por eso, desde muy pronto, puso en marcha un modelo migratorio del que participó un buen número de españoles.
Los motivos para emigrar
Pero, ¿por qué marchar? ¿A qué precio?¿Cuáles eran los requisitos para viajar a Indias?
Las necesidades, las ansias de promoción social y económica o el simple anhelo de aventuras fueron los principales reclamos de la emigración española ultramarina. Todos, la mayor parte hidalgos obsoletos, aspiraban a alcanzar los elementos señoriales con los que siempre soñaron. Buena culpa de ello tuvieron las cartas, noticias y narraciones venidas desde el Nuevo Mundo, como la misiva que Juan Cabeza de Vaca, afincado en la Nueva España escribió a su esposa en 1594 afirmándole que «en esta tierra no se sabe qué cosa es hambre» ni «se echa de menos España», porque hasta las personas más pobres «mandan siempre y no trabajan personalmente, y siempre andan a caballo».
El control de la Corona
Sin embargo, a pesar de lo atractivo de este efecto llamada, la Corona se guardó siempre de controlar la emigración al nuevo continente. Así, desde la creación de la Casa de la Contratación en Sevilla (1503), se exigió a la institución que fuese sumamente estricta en cuanto a la concesión de licencias de embarque. El poblador indiano debía ser alguien estrictamente correcto, para asegurar un poblamiento homogéneo que no ocasionara males a la Monarquía en territorios tan lejanos y que, a la vez, sirviese de ejemplo de asimilación cultural a los nativos.
Por ende, el susodicho debía ser cristiano viejo, libre de delitos y posibles herejías (nada de judeoconversos, moriscos, etc), honrado (lo cual excluía a los gitanos), ser castellano (preferentemente, aunque según la época se abrió la mano) y, en caso de estar casado, contar con permiso de la pareja (que había mucho listo que se marchaba y dejaba a su suerte a la familia).
Si la Casa de la Contratación daba el visto bueno, expedía el permiso pertinente y casi siempre lo acompañaba de una descripción fisionómicaq ue sirviese a otras autoridades para identificar al pasajero (cuerpo, color de ojos, marcas…). Como la que se adjunta al pase del licenciado Diego González Altamirano y su esposa (1569) y que se ve en la imagen.
Embarcarse
Una vez obtenido el permiso llegaba la hora de embarcarse. Esto corría a cuenta del particular que, con la licencia en una mano y el dinero en la otra, acudía a un naviero o capitán para contratar el servicio que lo llevara a su destino, lo cual no era nada barato. El flete o pasaje a Indias rondaba los 20 ducados de media, lo que convertido al precio del oro actual y a la pureza del mismo, vendrían a suponer unos 3.696€ -esto es orientativo debido a la volatilidad de los precios del momento-. Con esto, no extraña que en numerosos casos los viajeros, vía regateo y negociación firmaran contratos de compromiso, entregaran escrituras de propiedades o se endeudasen para adquirir el codiciado billete. En algunos casos, llegaban a enrolarse como marineros⚓ en la nave en cuestión con vistas a darse a la fuga.
Aquel era el pasaje simple y el viajero debía hacerse cargo de comprar aparte sus vituallas para el trasiego que podía prolongarse en torno a un mes🍽. Pero como siempre ha habido clases, el precio, lógicamente, variaba en función de los servicios contratados y el espacio ocupado, pudiendo alcanzar los 325 ducados (no era lo mismo dormir al raso que en un camarote).
Número de emigrantes
A pesar del coste y lo arriesgado del viaje, no fueron pocos los españoles que se decidieron a cruzar el charco en vistas a mejorar su situación.
Las fuentes consultadas arrojan que en los siglos XVI y XVII se produjo un flujo migratorio constante a razón de unos 54.881 viajeros llegados en la primera centuria y 39.897 en la segunda. Siendo un total de 94.778 los arribados al Nuevo Mundo.
Ni el peligro del océano ni las restricciones de las instituciones fueron lo suficientemente fuertes. Queda claro que, a pesar de las imposibilidades, casi ningún español tentado renunció a aquella América lienzo de ilusiones y aurora de esperanzas. Bien por la vía legal o a través de irregularidades (falsas licencias y polizones que no recogen los datos), año tras año centenares de pasajeros fueron llegando al Nuevo Mundo ansiosos de prosperidad.
Manuel Fuentes. Libros y Lanzas
REQUISITOS
* Ser Cristiano Viejo
* Libre de delitos
* Limpio de herejías
* Ser honrado
*Ser castellano( preferentemente)
* Permiso matrimonial