Enormes archivos históricos del Imperio Español
Los archivos de los Virreinatos
La base documental histórica de las repúblicas americanas.
A raíz de las medidas liberalizadoras del comercio con América en el reinado de Carlos III dejó de tener uso como bolsa la Lonja de Mercaderes de Sevilla que Felipe II construyó en 1584, sobre todo a partir del Decreto de Libre Comercio de 1778, por lo que la administración ilustrada elaboró el proyecto de concentrar en él toda la documentación relativa a América. Resulta llamativo la visión científica de su creación, desde el punto de vista archivístico. Se fijó la fecha de 1760 como la divisoria entre lo administrativo y lo histórico.
Pero sobre todo es significativo que los documentos de la administración española en Indias quedaron en los virreinatos y audiencias, bajo el principio ilustrado de integridad y conservación de archivos, y de hecho en 1790 se funda durante el reinado de Carlos IV el Archivo General de la Nueva España por el virrey el Conde de Revillagigedo, proyectándose el Castillo de Chapultepec como sede, pero al no terminarse se dejaron en el Palacio Virreinal.
Los únicos documentos que vinieron de América fueron los de la Capitanía General de Cuba poco antes de la guerra con EEUU, temiendo la apropiación de los fondos por estos. Único caso de una “metrópoli” con respecto a sus “colonias”, simplemente porque no lo eran y tenían la consideración de reinos, lo que contrasta con la actuación de otras potencias como Francia o Inglaterra, que por no dejar no dejaron ni papel higiénico en los territorios por ellas administrados, cuando no ocultaron o destruyeron documentos, como el caso “Legacy” en Inglaterra.
El caso de Méjico no fue el único. La última medida del virrey de La Serna antes de dejar Lima para establecerse en Cuzco en 1821, fue depositar los fondos documentales en el Convento de San Agustín de Lima, ante el temor del saqueo del Palacio de los Virreyes. Parte de los libros del Tribunal Mayor de Cuentas se quemaron en 1884 en el incendio de los llamados “Cajones de Ribera” donde el virrey La Serna los había depositado por falta de espacio en San Agustín.
Igual fue el caso de Argentina, cuyo archivo nacional se crea en 1821, pero solo con los fondos de la provincia de Buenos Aires, con documentos desde 1600, entre ellos también los libros del Tribunal Mayor de Cuentas, base para el estudio de la historia económica de Argentina realizado por brillantes economistas. Sólo con la “federalización” de 1884 comenzaron a llegar los fondos de las provincias interiores que databan de la mitad del XVI. Como va a ocurrir en Méjico, Liniers, posteriormente nombrado virrey, y Martín de Álzaga, entonces aliados, se las apañaron para sacar de Buenos Aires los fondos del virreinato ante la precipitada salida del virrey Sobremonte cuando la invasión inglesa de 1806.
Conscientes del posible robo de documentos como había ocurrido en Manila en 1761, lograron ocultarlos en una estancia de Caseros, hoy integrado en Buenos Aires, donde precisamente ya está construido parte del nuevo Archivo General de la Nación Argentina. Se conservan entre tales fondos toda la documentación relativa a la ocupación española de las Malvinas, base de la reclamación argentina de tales islas.