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La colaboración y unión pendiente
Disgregados desde las independencias
Resulta muy fácil atribuir a otros el origen de nuestras propias y muy lamentables desgracias; es fácil y es humano, aunque sea un error. En otros casos no es así, hay una voluntad ajena que se perfila y se dibuja nítida, provocadora de nuestros elocuentes desastres.
Si el origen de gran parte de los desbarajustes y del hundimiento generalizado radica en personajes que hemos idealizado, aún resulta más arduo emitir una valoración objetiva y desapasionada de los hechos históricos. Se presenta en esas condiciones una tarea titánica para perforar la capa que nos separa de la veracidad, porque resulta arduo tener que rebajar a un ídolo elevado por la tradición y por el ámbito cultural al que pertenecemos.
Permanece una consideración oficial para los llamados «libertadores» de Hispanoamérica, en cuanto son reconocidos simbólicamente en diversos países y latitudes, en cuanto constituyen una seña de identidad nacional, en cuanto se fusionan con el pueblo y con la historia de una nación de un modo representativo.
Ahora bien, habrá que señalar, asimismo, con el mayor propósito de objetividad los desaciertos que cometieron; y las tremendas y, tal vez, irreversibles repercusiones históricas reales y palpables que de ellos se han derivado, y que continúan derivándose en la actualidad. No es asunto baladí, sino un grave, patente y mayestático asunto.
Sin entrar en otras cuestiones, el cardinal y descomunal error de los «libertadores» fue recibir un territorio inmenso, unido y coordinado, y fragmentarlo pavorosamente. Cabe preguntarse: ¿Tenían en mente cómo se organizarían con efectividad tras la emancipación? ¿Había líderes rigurosos y élites intelectuales avanzadas y preclaras que marcaran el paso histórico firme y apreciable a seguir? ¿Se puso en el más alto pedestal el valor del bien común y el proyecto de un próspero futuro compartido ante los desafíos que habría que enfrentar?U
Unión de Estados Hispanos
Si los libertadores disgregadores hubieran diseñado unos Estados Unidos Hispanoamericanos, bien organizados –pues en sus manos estaba recomponer y moldear aquel vasto territorio–, modernos y con vocación de crecimiento, con gran probabilidad se hubieran convertido en la primera potencia mundial, y lo serían en la actualidad, en vez de los Estados Unidos de América.
Los estadounidenses no se hubieran atrevido a tocar Texas, pues hubieran llegado ejércitos de toda Hispanoamérica y los hubieran hecho replegarse quizás hasta Alabama, o más hacia la costa atlántica. A México no le hubieran arrebatado California, Nevada, Utah, Colorado, Arizona, Nuevo México y Texas, el 55% de su suelo patrio; aproximadamente 2,4 millones de km² de territorio –la mayor y más rauda anexión territorial de la historia mundial sobre una nación– con enormes riquezas naturales y de envidiable posición geoestratégica.
Los libertadores disgregadores fueron, en gran medida, una élite aristocrática que empujó a las masas hacia un vacío de poder; vacío de poder que ocuparían ellos mismos como nuevos interesados virreyes de sus propias taifas. Su vinculación con los poderes anglosajones fue palmaria. Los descendientes históricos de gran parte de aquellos libertadores disgregadores son las oligarquías dominantes –en muchos casos corruptas– en los países hispanoamericanos que, al igual que aquellos, tienden a vincularse con el poder económico y político anglosajón.
Frente a esas oligarquías tampoco se han levantado movimientos políticos recios que fijen la auténtica liberación de las limitaciones de esos territorios en la creación de una federación hispanoamericana; con un espacio económico común, con instituciones comunes que aboguen por la modernización económica y política, con leyes que establezcan cohesión y paz sociales.
La historia seria otra
Aquellos «libertadores», con sus acciones, decantaron la historia mundial del siglo XIX, del XX y, probablemente, del XXI. De manera desapasionada y con la aportación de datos fehacientes hemos de constatar, asimismo, sus ciclópeos errores; y determinar que en ellos se aloja el origen de gran parte de las dramáticas penalidades acaecidas en la historia y vividas en la actualidad en las naciones hispanoamericanas. Sin embargo, resulta más cómodo y rentable –para tapar la propia degradación– imputar con iniquidad a España, a otros, las calamidades, descalabros y desastres consumados.
(Luis Pinilla)
La gran extensión de Iberoamérica
Los tamaños de los paises
■Grandes países
■*Hispanos*
■Y otros
PAÍSES POR SUPERFICIE
(de mayor a menor)
*Iberoamérica*= 20 540 588
≈ 20 540 588 km²
*Hispanoamérica* = 11.428.943 km2
de lengua española
Rusia ≈ 17 100 000 km²
Canadá ≈ 9 970 000 km²
China ≈ 9 600 000 km²
Estados Unidos ≈ 9 160 000 km²
Brasil ≈ 8 515 000 km²
Australia ≈ 7 690 000 km²
India ≈ 3 290 000 km²
*Tres países hispanohablantes* más
Grandes sumados* =
6 035 000 km2
Rusia = 17 100.000 km2
*Siete países* más
Grandes hispanohablantes sumados
= 9 946 000 km2
Canadá = 9 970.000 km2
*Hispanoamérica*: 18 países
(sin España, Brasil, Portugal, Puerto Rico y Andorra) =
11.428.420 km2
11.428.420 km2
*Hispanoamerica con España*
11.933.000 km2
(sin Brasil Portugal, Puerto Rico y Andorra)
11.933.000 km2
*IBEROAMERICA*: 20.540.588 Km2
*20.540.588 km2*
….
*Argentina* ≈ 2 780 000 km²
*México* ≈ 1 970 000 km²
[USA le restó otros 2.344.000 km2, un 54,33% del total]
*Perú* ≈ 1 285 000 km²
*Colombia* ≈ 1 140 000 km²
*Bolivia* ≈ 1 100 000 km²
*Venezuela* ≈ 915 000 km²
*Chile* ≈ 756 000 km²
*España* ≈ 505 400 km²
*Paraguay* ≈ 406 750 km²
*Ecuador* ≈ 255 000 km²
*Uruguay* ≈ 175 000 km²
*Nicaragua* ≈ 121 430 km²
*Honduras* ≈ 112 100 km²
*Cuba* ≈ 110 000 km²
*Guatemala* ≈ 109 000 km²
*Portugal* ≈ 92 100 km²
*Panamá* ≈ 74 180 km²
*Costa Rica* ≈ 51 100 km²
*República Dominicana*≈ 47 900 km²
*Puerto Rico* 9.116 km2
Guinea Ecuatorial ≈ 28 050 km²
Filipinas 300 000 km2
Haití ≈ 27 065 km²
Belice ≈ 23 000 km²
Israel ≈ 22 070 km²
*El Salvador* ≈ 21 040 km²
*Andorra* ≈ 468 km²
Ciudad del Vaticano ≈ 0,44 km²
(Guzmán)
Mucho en común
Recuerdos de la unión
Cuando un indio mestizo, que es lo que abunda en la hispanidad, se mira al espejo y ve su rostro, al igual que cualquier hispano de cualquier punto de la hispanidad, está viendo a sus tatatatarabuelos.
Debajo de esa piel fluye la sangre de los que antes estuvieron y que gracias a ellos, existimos todos. Mirar a nuestros antepasados, a nuestros tatatatataraabuelos, con honra y honor, nos da la posibilidad de conectar con ellos, y que nos miren dándonos la bendición.
Por ellos, por las raíces profundas y sólidas que nos han dejado podemos construir nuestro presente y futuro. La construcción es posible, asintiendo a lo que fue, tal como fue, en el error y acierto, viendo el inmenso bosque por encima y alrededor del árbol, porque en esta vida todo es dual, el acierto y el error forman parte.
Si se mira todo lo que ellos hicieron la obra magnifica que somos nosotros, todos los hispanos, comprenderemos y podremos, con su bendición y nuestra mirada hacia ellos, emprender un camino hacia la unidad de los mas de 700 millones de hispanos y hallar la prosperidad y el éxito.. Hasta que no busquemos su bendición, para poderlo hacer a nuestra manera, la hispanidad seguirá en el espacio gris que esta ahora después de haber vivido, durante mas de 3,5 siglos, en el mas absoluto color de la prosperidad y la paz.
Más de 350 años en paz, mas de 300 años con una renta percápita no cocida en Europa para la época con adelantos científicos, médicos, y obras civiles, religiosas y militares extraordinarias. Una arquitectura, ciencia e ingenieria extraordinarias. Pido la bendición a los que antes estuvieron, para poder hacerlo a mi manera. Tomo con honra y agradecimiento su herencia y con ella construyo el éxito y la prosperidad que todos unidos en la hispanidad nos merecemos.
Una cosmologia cultural, no racial
Jordi Núñez Zaragoza.
Si bien es cierto que sólo el modelo español ha sido para la modernidad un ejemplo de replicación e hibridación, y que sólo la Hispanidad ha supuesto mixtura e interracialidad frente al supremacismo blanco de terceros, lo diré otra vez…; La Hispanidad NO depende de la raza.
La Hispanidad es incluso un concepto moral, que deviene de su ejemplo.
La España moderna es un ejemplo que se quiere acallar, y que resumo.
Ésta es la clave; la Hispanidad refleja la fealdad de terceros y su modelo colonial de explotación y supremacismo blanco, y ese reflejo no gusta a quien tiene hoy el poder e impone su relato, comprado ideológicamente por una izquierda miope y un indigenismo engañado, que vive en la disociación cognitiva clínica.
Esto es, y de nuevo, la Hispanidad NO es étnica. No es racial, no depende de la genética… Tampoco territorial.
No se es hispano por la ecumenidad, sino por una herencia y un acervo que en el caso concreto de México -como en los casos de mayor hibridación, más en los actuales Perú o Bolivia que en Argentina, por ejemplo-, viene de la hibridación de dos mundos muy potentes; el precolombino y el hispano, una unidad sentimental imbricada por sincretismo.
Ya lo dijo otro mexicano en 1922, el intelectual y político José de Vasconcelos en su obra «La Raza Cósmica» o Ramiro de Maeztu cuando enunciada «blancos, indios, negros o malayos, todos somos españoles», con independencia de si había o no un ápice de sangre española en sus venas…
De otro modo; es la cultura hispana la que nos conforma como cosmología, no la raza.
La Hispanidad es una cosmologia cultural, una idiosincrasia, donde la lengua es un nexo común -como lo fue la religión católica-, y esa amalgama nos configura como pertenecientes a una realidad histórica, social y cultural.
Estamos abandonados a la subordinación cultural, de la que este actor -un «Huerta» (sic)-, hace gala, y al relato negrolegendario antiespañol bicentenario que nos diluye, pretende quitarnos el orgullo de pertenencia y desactivar la posibilidad de una unión de la otrora España pentacontinental, lo que hoy sería un remedo de la Unión Europea, cuyo nombre podría ser Unión Panhispánica o similar, con una posible capital en Cartagena de Indias, según mi propuesta, por su situación geográfica equidistante y el potencial simbólico fundacional, en recuerdo de la defensa victoriosa de la plaza de 1741 protagonizada por Blas de Lezo y las gentes hispanas, milicias y pueblo llano, frente a la codicia anglosajona…
Esta unidad daría la vuelta al mundo como un calcetín, sería un giro copernicano.
Es el miedo cerval y secular desactivado en el XIX que atenaza las políticas de las potencias extranjeras postergadas por el que fue el mayor, más longevo y próspero Imperio occidental durante la modernidad, verbalizada en los 70 por el Secretario de Estado estadounidense Henry Kissinger en su conocido aforismo «una España importante es peligrosa» (para sus intereses), y que bien pudiera transcribirse por «una Hispanidad».
La Hispanidad sería el tercer bloque en discordia frente a EE.UU (y la angloesfera) y China, en un mundo multipolar donde hispanoamérica dejase de ser el «patio trasero» y recuperase en el 2022 el lugar que ocupaba en 1800, en comunión e igualdad con el resto de la Hispanidad pentacontinental.
Por eso dentro del relato del Nuevo Orden Mundial y la Globalización está la potenciación del indigenismo y la atomización de los bloques rivales, como intentan hacer con Rusia desde el fin de la URSS en 1990 y hasta hoy, tensionando las alianzas con países rusófonos -al menos parcialmente-, al este (nos suena?), mientras conservan su unidad interna (reteniendo a Puerto Rico, por ejemplo) o intentan «recuperar» territorios (China y el Tíbet oTaiwan), mientras niegan autonomía a sus minorías (ya sea los nativoamericanos en EEUU o los igures islámicos en China).
Nada es baladí, y todo responde a intereses geoestratégicos que van de la mano de los intereses económicos de las grandes potencias; hoy, EE.UU y China, como en su momento lo fue la URSS durante el contexto de la Guerra Fría.
Esta realidad se encuentra negro sobre blanco en el libro «El tablero mundial» de Brezscinski (o algo así).
Y la manera más sencilla de trasladar este mensaje a una sociedad que no lee es la producción audiovisual, con Hollywood como epítome, y hoy con los canales temáticos o las plataformas, o los videojuegos, y lo será el metaverso.
Despertemos…
A quién beneficia la atomización? Cui bono, cui prodest?
(Jordi Núñez Zaragoza)