De países a colonias inglesas
«Para las repúblicas hispanas de América, (…) la independencia fue un desastre (…).
Por el contrario, convirtió a los países en colonias de sus propias élites, que mantenían las injusticas y desigualdades de siempre, en sociedades jerárquicamente ordenadas –por razas, más que nada– escindidas por odio, y plagiadas de violencia. La quiebra de la Gran Colombia es la instancia más destacada de la inviabilidad de la mayoría de los estados que salieron del trauma. Se hundió también la Unión de América Central. México se disolvió, al entregar la mayor parte de su territorio a los Estados Unidos. En Suramérica, Bolivia, Uruguay y Paraguay resultaron de secesiones. De cada quiebra salieron estados más pequeños, más débiles y más enemistados entre sí. Desde entonces, la historia de la América antes española ha sido la de una serie de fracasos frustrantes y desengañadores.
(…) El punto máximo de la América hispanohablante fue el siglo XVIII. Si monumentum requiris, circumspice. Las grandes obras cívicas y públicas recuerdan una prosperidad que, en términos relativos, queda por recuperarse. Las ciudades norteamericanas estaban hechas en su mayoría en madera. Las hispanoamericanas tenían zonas majestuosas en piedra y mármol. Las mejores universidades, bibliotecas e instituciones científicas del hemisferio se encontraban en México, Nueva Granada y Perú. Alejandro de Humboldt, cuando hizo su famoso recorrido del mundo español en 1801, dijo que el nivel de inversión científica de la monarquía borbónica superaba al de cualquier otro país. La gente indígena, por fin, al cabo de tantos agravios y tragedias, crecía demográfica y económicamente, mientras que en Norteamérica seguían las guerras de exterminio o expulsión. Hacia fines del siglo, los mapuches y comanches –esos grandes imperialistas indígenas que habían resistido a los españoles y dominado otros pueblos nativos– vinieron a unirse a la monarquía española. A pesar de la rivalidad de imperialistas franceses, rusos, ingleses, portugueses e indígenas, el imperio español siguió creciendo hasta la década de 1790 y se mantuvo vigente hasta el XIX».
Felipe Fernández-Armesto – Historiador por la Universidad de Oxford.